Eros y Tánatos en la batalla cósmica

Guillermo Fernández*

La poesía de Joset Navarro presenta, en este libro que titula El ejército de Eciton, una dualidad entre el impulso sombrío y los esfuerzos de la luz. Es lo que percibimos en esta imponente telaraña verbal. Aparte de que Eciton es el nombre dado a una hormiga guerrera que se come a todo ser vivo que se ponga a su paso, anuncia en el poema a los fantasmas que acosan la reflexión del poeta, potencias de Tánatos, y el constante vínculo con un agente de Eros.  

Los primeros poemas de El ejército de Eciton suscriben una actitud defensiva y de duelo del poeta ante un estado de aparente sitio. Contrario a lo que podría ser la representación idílica de la naturaleza en un poeta que ya ha publicado libros en torno a temáticas como la significación mística de las boas, y otros, en estos poemas de Eciton, lo natural está, de alguna manera, antropormofizado, pues qué puede significar que “mora la venganza en lo eterno” o que el sol tenga “rayos deleznables”.

Poemas como “El arma”, donde se advierten vocablos como “puñetazos”, “gatillo, “tiros de escopeta”, “Mi Enemigo”, definen que Navarro ha transitado por un terreno donde la experiencia le ha hecho comprender que la máscara de la hormiga devoradora es una ley no solo de la naturaleza sino de la vida misma, de la vida en comunidad. 

 

Puede ser una imagen de 8 personas, personas estudiando y texto

Presentación de El Ejército de Eciton, de Joset Navarro, Feria Internacional del Libro Universitario 2024, Heredia.

 

Aparece, sin embargo, un nombre: Gabriela, a quien el poeta dirige discursos especiales, esta irrumpe en el poemario como intermedios en que se aprecia un valor por encima de los automatismos de esa venganza que ha encontrado Navarro en el mundo. Ella misma posee dones simples que son un oasis en esta visión un tanto perturbadora del poeta, que podríamos definir como derrotista, sumida en una encrucijada. El poema “El origen de la niña” es significativo en este sentido. Propone una salida al desengaño existencial, es decir, que ese ser, real o soñado que es Gabriela, puede ser el espacio de la admiración y de la poesía misma.

 

Cuando Gabriela siente el mundo, se busca los 

pies, recuerda la alegría en el propio corazón 

y a su padre con esta caja negra. 

Se mira a sí misma, hecha una flor que limpia 

motas de lodo sobre cada uno de sus dedos. 

Prueba los zapatos. Porque la niña intuye las 

bondades de sus recuerdos, ama infinitamente.

 

En esa misma dirección, citamos los poemas, “Desde el iris”, “Con el peso de la soledad”, “La niña en el descenso”, “El fango resbaloso en los caminos”, “Sin más fundamento”, del que citamos algunos versos:

 

Está bien que la niña se arrodille ante la noche 

y, sin que arroje este peso de encima, incline el 

pecho diminuto sobre la tierra hasta beber el agua 

de un arroyo. Que la noche entre a su cuerpo junto 

al agua fría que alimenta su carácter.

 

Esos actos de la niña, en todo caso simbólicos, parecen describir imágenes arquetípicas como la carta del tarot, la Estrella, que señala el equilibrio y la pureza. Señalamos también “Historias del mundo”, donde Gabriela ya se anuncia como la tierra misma y ve a las hormigas desde una dimensión superior, “Dos dedos de frente”, “El vicio y la observación”, y otros más. Los poemas a Gabriela –un tipo de Beatriz, de presencia inefable–, es un poema dentro de otro poema, incluso muestra otro estilo, quizás más lírico, por decirlo de alguna manera. Se sale de los poemas donde Navarro enfrenta al enemigo o su enemigo.

 

Puede ser una imagen de 6 personas, personas estudiando, personas sonriendo, libro y texto

 

En este sentido, descubrimos que El ejército de Eciton contiene dos poemarios: uno que es la tesis sobre el mundo de los hechos adversarios, esas hormigas y enemigos que aparecen con sed de destrucción, incluso en los ámbitos de la infancia, donde el poeta tiene pequeños resabios de sobrevivencia; y otro que es el poema en escalas, dedicado a esa mística Gabriela, la niña Gea, la Estrella del Tarot. Estos discursos enfrentados aportan al discurso general una particular tensión: el espectáculo de un combate del poeta con las fuerzas destructivas y la constante evocación de un principio femenino organizador y salvífico. 

En los poemas adjudicados a la parte del enfrentamiento se utiliza un lenguaje complejo, resultado de ese conflicto existencial, los versos se tornan severos, grises, e incluso sintácticamente difíciles de comprender en una primera lectura. Suponen memorias de la infancia donde hay sombrías imposiciones, incluso revelaciones familiares en penumbras, donde parientes no lograban ser felices o comunicar una felicidad, y dicha incapacidad formuló un trauma. Unos ejemplos: 

 

Observe esta hormiga. Parece que usa los dientes 

al morder el vacío atorado en la pared.

A través de las celosías, cruzadas por dos párpados, 

se dibuja el corazón que es mi familia. 

Yo busco en sus escombros los espejos para oír 

la armonía, que es mi abuela, tras la noche de otro siglo.



Está en mí la conciencia del hombre que seré 

por el destino en lo tallado. Anocheceré 

con las verrugas en las piernas de una efigie, 

aunque abra su acidez mi lengua bífida.

 

También está el breve poema perturbador “O”, sintético de esa aflicción del poeta: 

El escarabajo empuja entre mis pies 

una bola de excremento. La esfera que 

tan alegremente gira para hacerla su hogar 

es el ojo de un soldado.

 

En cuanto a los poemas donde aparece Gabriela, se elige el camino de la imaginación, de la sencilla evocación donde las imágenes fluyen casi sin complejidad, es decir, fluyen de modo transparente. 

Por lo tanto, encontramos cifrados en el poemario de Navarro los eternos antagonistas, pulsión de vida y de muerte, Eros y Tánatos. Sabemos que el esfuerzo por comunicar su esperanza personal ha sido una conquista difícil cuando el poeta logra expresar lo siguiente, una vez que Gabriela ha llevado un chiverre a la mesa, la mesa de la conciliación, el ágape soñado:

 

Al fin, Gabriela abre la puerta de su casa. 

Una vez cruzado el marco de la cocina, entrará a la 

habitación en la que usted y yo esperamos. Se sentará

junto a nosotros y sacará de su pecho unas tijeras 

lindísimas para abrir la fruta enorme y reventarla. 

Entonces, nos dará un trozo de su corazón para que 

saboreemos el amargo fruto de la noche.

 

Puede ser una imagen de 3 personas, personas estudiando y texto que dice "LNHE Ejército de Echtor ElEjército ක්ල Jercito S clton ព"

 

Estos son versos, finalmente, que solo están al final de un camino largo, de la batalla que ha tenido el poeta con su propio ángel, en medio de ese valle de sombra que consiste siempre en reflexionar acerca del destino. 

El Ejército de Eciton está disponible en Librerías UNED y por compra en línea

 

*El autor es abogado y escritor. Texto leído en la presentación de El Ejército de Eciton, de Joset Navarro, Feria Internacional del Libro Universitario 2024, Heredia.