La estética del reclamo

Carlos Villalobos *

 

Aún sostengo estos ojos,

azules cicatrices para significar

que el miedo no podrá

nunca abatir esta esperanza

Ronald Bonilla

 

amparo

 

Resultando

1. Alguna vez, quizá lo fue, pero hoy el poeta no es el pequeño demiurgo que soñaban los creacionistas. Después de las grandes mortandades que dejó la intolerancia del siglo XX, la historia parece una pobre pordiosera en llaga viva. Frente al espectáculo de la ignominia, frente a la afrenta del humanismo solidario, a los poetas que aún los guía la ética no les ha quedado más remedio que bajarse de la torre azul y optar por dos caminos posibles: el del grito existencial que imita el espanto de Edvard Munch o la protesta: la littérature engagée del escritor contrahegemónico.

2. Los poetas que siguen el sendero del compromiso ético reclaman andenes para la utopía y dictan edictos para salvar de la horca, a veces en el último minuto, a las conciencias menos dormidas. No es una misión sencilla. Sus sentencias no son música para el oído de quienes consumen refritos mediáticos, engullen sin asco las chatarras de la prisa o asisten a sermones de intolerancia y diezmo.

3. Las proclamas de la estética del reclamo sirven para que se vea y se oiga el olor podrido de las cuevas que a diario encuentra, de nuevo, Alí Babá.

 

Considerando

1. A esta estética del reclamo o poesía de lo fraterno pertenece Recurso de amparo, un libro que desde el mismo título juega con la idea de la interposición de la palabra en busca de justicia. No es este el primer libro de Ronald Bonilla que asume esta misión “est-ética”. Hay atisbos de esta intención en textos anteriores como Consignas en la piedra (1973), Un día contra el asedio (1999), Porque el tiempo no tiene sombra (2001), Sed de otras piedras (2012), Apuntes para un grafiti (2013) u Hoja de afiliación y otros clichés (2015), para citar algunos. Este último poemario es, en esta larga andanza del reconocido poeta costarricense, un nuevo dictamen humanista. Bonilla no se cansa de creer que es posible lo solidario y que la poesía también puede ser una consigna de litigio.

3. En Recurso de amparo se muestra el sentido de prisión que experimenta el sujeto enajenado. La sensación de encierro se presenta como un estado emocional que le impide, simbólicamente, salir al mar, tal y como se titula la primera parte. Este impedimento de salida hace difícil la respiración de la palabra. Por ello, en el poema “Paradigmas” el poeta afirma que es “seca la estación de mis cuadernos”; es decir, ocurre una circunstancia donde también la escritura atraviesa por una especie de aridez. Esta condición forma parte del agobio de quienes viven atrapados en los artificios de la urbe. La ciudad es, en este contexto, el muro de un gran encierro, un laberinto donde los habitantes son seres condenados a la frialdad de la argamasa. Los zaguanes del presidio son las aceras y las calles por donde diariamente corren contra reloj todos los culpables.

4. Es aquí en este espacio citadino donde la voz consciente del poeta se tropieza con los alienados. Los define como muertos en masa que se aglomeran en los supermercados y “hacen fila o compran a los revendedores la entrada fortuita a un concierto desconcertante”. En busca de una salida, el poeta imagina un boquete, un atajo que lo ponga sano y salvo en otro sitio; pero en el marco de lo absurdo esta opción es inviable. En el poema “Boquete para un relato” queda clara esta imposibilidad: “El boquete del cuento/ para meterse, para que me cuenten otro, / una vez más se volverá imposible”.

5. En sujeto social del mundo alienado carga con el hastío, como la cruz del cliché cristiano o la terrible piedra de Sísifo: todos los días debe tragarse el mismo noticiario con la misma muerte que se repite. La opción que encuentra el poeta para enfrentar la desidia será la escritura. Pero en este contexto no es fácil para el hacedor de versos escribir con el rigor que manda Horacio en su Carta a los Pisones. Sin caer en las formulaciones panfletarias de las consignas gastadas, el yo lírico confiesa que escribe de prisa. La literatura se convierte en un acto urgente que necesita enunciarse igual que el procedimiento de la apelación jurídica. No hay tiempo que perder. Es un acto de emergencia que se redacta en la premura del incendio, pero el poeta, para que funcione su cometido, no puede traicionar el sentido estético de la palabra. En este libro, Ronald Bonilla lo consigue: la función connotativa del signo poético está de sobra garantizada.

            6. A diferencia del tono inspirado en la lucha de clases del siglo anterior, actualmente los temas de la estética del reclamo son mucho más amplios, aunque conectados bajo el mismo espíritu en la defensa de la vida y la justicia. Por ejemplo, el tema de la solidaridad incluye la defensa de los derechos humanos y el llamado a la tolerancia. Inquieta la violencia contra el prójimo: la misoginia, la homofobia o la xenofobia, entre otros. En Recurso de amparo el poeta se identifica con el sujeto oprimido, representado en este caso por la imagen de una mujer rural. En el poema “Campesina” el yo lírico pide asumir la identidad del marginado: “Déjame ser tú, / campesina de fuegos ancestrales, / cabellera del viento para quien no hay distancias, / cicatriz de la tarde que se entibia en tu lágrima”.

7. Además caben en esta estética del reclamo los discursos que demandan el equilibrio natural del planeta: la defensa animal, las luchas contra extracción minera, los cuestionamientos a los agroquímicos o los transgénicos, entre muchos otros temas relacionados. En este libro, Ronald Bonilla también incursiona en el tema ecológico. Para ello recurre al efecto del verde-amor que hiciera famoso Federico García Lorca. En el poema “Acaso te quiero verde” se propone, de la siguiente manera, la defensa de la Madre Tierra, la Gaia:

 

“Solo nosotros no cabremos / mientras renacen sobre los edificios soterrados / las miasmas, los esteros, la selva intrincada / volviendo a soñar / y a repoblar el aire, / el acantilado, el bosque / y el mítico subsuelo que sepultó la huella / de los viejos alambres interpuestos, / y los plásticos vacíos y las luces artificiales / y estas pantallas insólitas / que acaso vinieron a defender a Gaia / y fracasaron. // Verde que te quise verde.

 

8. La voz que se alza para inculpar y exigir otros modos de convivencia no conviene a los que lucran ni a aquellos que se sienten cómodos en las burbujas del consumo. Frente a ello, el poeta es un disidente. En el mundo de las distopías, los poetas son los guerreros rebeldes, los agentes subversivos de la utopía. Bonilla lo sabe y lo expresa claramente en el poema “Disidencia mayor”: “Disidente es nuestra forma de andar y andar / y proponer el hálito de las metáforas / a este inhóspito pantano”.

 

            Por tanto

1. Frente a este panorama, la poesía solidaria que propone Ronald Bonilla es un acto discursivo que se asemeja al del jurista que lucha contra agravios de lesa humanidad. La poesía es la interposición de un recurso metafórico, una apelación permanente en el juicio de la conciencia. Es el recurso estético de una queja necesaria.

2, En concordancia con lo anterior, Recurso de amparo está aquí para interpelar por lo fraterno y que el dictamen de la sentencia sea la utopía del amor. Es un libro que apela con la belleza de este antiguo recurso que llama la poesía. Queda demostrado que, con sus palabras insurrectas, el autor de este libro interpone una querella para exigir fraternidad. Prueba contundente de lo dicho son estas palabras con las que cierra el libro:

 

Y por eso, porque las ciudades / tengan solo explosiones de fraternidad, / y el campo solo frutas y semillas / para que el amor revene, / interpongo esta querella que me salve / y nos salve / de la ignominia del mundo del dinero. Este andrajo de fe, / este recurso de amparo del poema.

 

* prólogo al poemario Recurso de amparo, de Ronald Bonilla, disponible en Librerías UNED y por la Librería Virtual.